Según los relatos de Fraile Pedro Armengol Valenzuela, a principios de 1553, vinieron de Lima a Santiago los primeros franciscanos, que debían establecer la orden seráfica debidamente autorizados, tanto por la autoridad de la orden como por la del rey, quien les permitía fundar conventos con una Cédula expedida en Valladolid a 4 de setiembre de 1541.
La primera comitiva de franciscanos que llegó a Chile se compañía del P. Fr. Martin de Robledo o Robleda, investido de la autoridad de Comisario de la orden; del P. Fr. Cristóbal Ravaneda; del P. Fr. Juan Torralva; del P. Fr. Juan de la Torre; y del hermano converso Fr. Francisco Frenegal. Juan Fernández Alderete, uno de los primeros conquistadores de Chile y de los más distinguidos vecinos de Santiago, los alojó en una casa de su propiedad y les hizo donación de la ermita de Santa Lucia, edificada por el mismo en la cima de la colina de Huelen, juntamente con los terrenos que poseía al pie de la misma colina para que edificasen allí su convento, imponiéndoles por compensación el que celebrasen el día de Santa Lucia una misa por la intención del bienhechor.
Del cerro Santa Lucía a su ubicación actual, luego de una bullada disputa y acciones
Los franciscanos primero no emprendieron la construcción del convento en el sitio cedido, donde apenas permanecieron tres días ; sino que se trasladaron al lugar donde está situada su actual casa principal, porque allí había un pequeño hospicio y una capilla de nuestra Señora del socorro, donde se veneraba bajo esta advocación una devota imagen que el mismo Valdivia había traído del Perú. Además de esto, dos respetables vecinos, apellidados Ortiz el uno y Bravo el otro, les donaron dos espaciosos solares contiguos al mencionado hospicio.
El mismo conquistador Pedro de Valdivia había dado a los religiosos de la Merced la propiedad de dicha capilla, y estos habían edificado junto a ella un pequeño hospicio, a cuya custodia y servicio habían dejado al P. Fr. Antonio Olmedo, mientras los demás religiosos se hallaban dispersos ejerciendo unos el cargo de capellanes del ejército y predicando otros a los infieles fuera de Santiago. El hospicio del socorro, edificado por los Mercedarios para propia residencia en 1541, había quedado abandonado por el fallecimiento del P. Antonio Olmedo, su custodio y superior, y había pasado, como propiedad eclesiástica y sagrada, al dominio de la autoridad eclesiástica, sirviendo además de iglesia parroquial la ermita, por no estar aun terminada el templo destinado a parroquia.
En ese contexto, los franciscanos en el año 1556, recibieron la donación de los mencionados solares contiguos a la capilla y hospicio del socorro. El ayuntamiento de Santiago les hizo también donación de la misma capilla y hospicio y resolvieron su inmediata traslado a dicho lugar.
Disputa entre Franciscanos y Mercedarios por los terrenos frente al cerro Santa Lucía
El ayuntamiento había cedido a los franciscanos un lugar que pertenecía a los Mercedarios y que estaba bajo la jurisdicción eclesiástica, sin consultarla siquiera ; por eso los presbíteros D. Francisco González Yánez y D. Martin del Cazo, que funcionaban como párrocos en la capilla del socorro, se resistieron a entregar a los franciscanos aquel sitio. Esto fue no solo con las protestas y palabras, sino también con los hechos y con los brazos, empeñándose y liándose una escandalosa lucha entre clérigos y frailes, en la cual salieron vencedores estos últimos por ser más numerosos. Así quedaron en posesión del hospicio y capilla.
El pugilato ocurrido entre eclesiásticos produjo un profundo escándalo en el público, hablándose incluso de excomunión, no solo los eclesiásticos que se habían golpeado, sino también el cabildo que había violado la propiedad de la iglesia. La municipalidad consultó el asunto con una comisión de teólogos compuesta por el bachiller Melchor Calderón y los licenciados Ortiz, Escobedo y Bravo, los cuales dictaminaron que los eclesiásticos que se habían recíprocamente maltratado, habían incurrido en las censuras eclesiásticas y que la misma municipalidad había obrado mal disponiendo de una propiedad de la iglesia. Con esto, los franciscanos recurrieron a la real audiencia de Lima, la cual ordenó al gobernador de Chile con provisión del 8 de setiembre de 1556, que no permitiese a nadie molestar a los franciscanos en la tranquila posesión de la capilla y hospicio del Socorro.
Cuando más tarde los Mercedarios trataron de establecerse definitiva y formalmente en Santiago, ocuparon el sitio que Alderete había dado a los franciscanos junto al collado de Santa Lucia, y así permutaron con los franciscanos sin quererlo la localidad de sus respectivos conventos. Terminados los trabajos de construcción y aumentado el número de los religiosos con otros venidos del Perú, el convento principal de los franciscanos en Santiago quedó debidamente constituido en 1561. Sucesivamente fundaron el de Concepción, en 1559; y el de la Imperial, en 1560; y en 1563 se establecieron a costa y con dinero de la corona, los de Angol, Valdivia, Osorno, Villarrica y Castro. Más tarde los de Chillan, Malloa, S. Francisco de El Monte, Quillota, Valparaíso, Serena y Copiapó.
Fuente: Fraile Pedro Armengol Valenzuela, año 1900, Los regulares en la iglesia y en Chile, Imprenta Tiberina de Federico Setth, Roma.
Juan Carlos Arellano Yevenes, investigador histórico, miembro de la Sociedad Chilena de Historia y Geografía